miércoles, diciembre 28, 2011

Cacerolazo a la historia



“Vuestra alegría es vuestra tristeza sin máscara”
(Khalil Gibran)

Cosa esquiva, la alegría. Difícil de encontrar, resulta aún más difícil hacerla perdurar. Las causas de la alegría son variadas. Aunque hay motivos comunes a las mayorías, abundan otras instancias, en las que la alegría se manifiesta para determinadas personas, y crece y estalla hasta convertirse en felicidad.
Son innumerables los tipos de alegrías que existen, así como los motivos que pueden generarla, o sesgarla. Para muchos, para muchas, hace diez años, hubo un motivo común. Hubo una circunstancia que tardó en llegar algo así como tres décadas y un lustro. Pero cuando llegó, inundó de júbilo a muchos.
Era el año del dolor, era el mes del sufrimiento y la necesidad. El país todavía sangraba, por esos días. Era el 27 de Diciembre de 2001 y Racing Club de Avellaneda se jugaba la posibilidad de salir campeón, después de 35 años.
Lo escuchamos por radio, como miles. Con mamá, quien me hizo de Racing desde antes de la época que logro recordar. Yo nunca lo había visto salir campeón, nunca había vivido un triunfo semejante. Ella si, pero no volvería a vivirlo: la alegría, que parecía prohibida por esos días negros, no duró tanto. Aunque compensó durante un tiempito la desesperanza, no alcanzó para retenerla más de un par de meses en este mundo de locos.
Pero mientras duró… mientras gritábamos el gol de Loeschbor… mientras Víctor Hugo hablaba de un cacerolazo a la historia y repetía un “Racing Campeón, Racing campeón” eterno… mientras festejábamos en el monumento a San Martín… fue hermoso. Fue feliz.
Mientras recorrimos esa veintena de cuadras hasta el centro, los bocinazos fueron la música perfecta para acompañar a los que caminábamos agitando nuestras banderas. Nos saludábamos como viejos amigos con gente que nunca habíamos visto. Ni ella ni yo sabíamos que sería su última alegría, o tal vez si, porque la festejamos como si no hubiera otra. Es que la vida nos enseñó a los golpes lo efímero de los momentos felices, y aprendimos a vivirlos en el minuto que transcurren. Así, sin preámbulos, más por miedo a que terminen de golpe que por otra cosa.
Ese recuerdo, se lo debo a Racing, uno de los mejores de mi vida. Aunque aún no han venido otros campeonatos, que seguro llegarán, hoy, a diez años, puedo hacer memoria y festejar esas sonrisas, esas lágrimas, de ella, mías.
Todo fue alegría ese día, sin importar que el mundo se cayera a nuestro alrededor, al menos no ese día. En el este. En el oeste. En el norte. En el sur. El cielo era nuestro. El cielo era Racing Club.

María José Sánchez
Mar del Plata

lunes, diciembre 19, 2011

Desesperación



"Quien ha perdido la esperanza
 también ha perdido el miedo; tal es
el significado de la palabra desesperado."

(Schopenauer)


No nos enteramos que estábamos inflingiendo el estado de sitio hasta volver a casa y sentarnos a ver la televisión. Tampoco nos importó. Habíamos salido a ver si podíamos habilitar algún comercio para trabajar con tarjetas de crédito, que era lo único que teníamos por esos días con mi mamá. En realidad, apenas duramos unas semanas en ese trabajo a comisión, que no redituaba nada. Habíamos empezado un día antes del famoso corralito. No, no era el momento más oportuno para tener algo que ver con bancos.
Habíamos recorrido cientos de cuadras por zonas alejadas, sin éxito. Con hambre, cansadas, nos encaminamos hacia nuestra casa. Aún recuerdo el asombro al ver el humo, escuchar los disparos, ver las manifestaciones populares, las corridas de la policía. Llegamos a la esquina de Luro y San Juan por casualidad, que era uno de los lugares donde se estaba reprimiendo en Mar del Plata. No entendíamos nada, pero vimos la agresión, nos descompuso el gas. Mi mamá insultaba a la policía a los gritos, mientras veíamos como apaleaban a unos viejos. Nos quedamos con la gente unas horas, primero clamando por trabajo, o por que se vayan todos y que no quede uno solo, o por que, al menos, dejaran de dispararnos balas de goma. Volvimos, finalmente, a casa. Si nosotras creíamos que la habíamos pasado mal, ver lo que ocurría en la Plaza fue como si la realidad nos diera una patada en el estómago. Había gente muriendo, había gente siendo acribillada.
Nunca voy a olvidar la imagen de los caballos de infantería arremetiendo contra las Madres de Plaza de Mayo, nunca voy a olvidar la impotencia, ni las ganas de estar ahí, nunca voy a olvidar la sensación de revelación que sentí al saber que mi lugar tenía que estar entre ellas y esos asesinos. Nunca voy a olvidar nada de eso.
Recuerdo, también, una chica que era llevada detenida, la arrastraban de los pelos, y ella gritaba su nombre y su número de documento. Parecía que las peores cosas que alguna vez nos hicieron podían llegar a repetirse.
No había tiempo para tener miedo. No había tiempo para hacer especulaciones. No había posibilidad de hacer otra cosa, porque no había mañana. Hoy era la hora. Ese día, los argentinos, habíamos dicho basta. La miseria, la falta de oportunidades, el hambre, la desazón de no tener trabajo, de presentarse a un empleo ofrecido y ver las colas, los cientos de personas, en tus mismas condiciones, o peores. Así vivíamos. Sobrevivíamos, como se podía.
Casi cuarenta personas perdieron la vida en los enfrentamientos: la gente con palos y piedras, la policía con balas de plomo. Otra vez un helicóptero se llevó a un inútil de la Casa Rosada, un cobarde. Lo vimos irse, no le pedimos que se quedara.
Hubo muchas historias dentro de la gran historia. En las provincias también pasaban cosas. Lo que yo viví es apenas un detalle que sólo debe tener importancia para mí. Hubo gente que peleó con coraje, que puso el cuerpo por otros, desconocidos, anónimos, gente que no volverían a ver. Hubo quienes dieron su vida. Hubo sangre, sangre nuestra corriendo por las calles, sangre que diez años después sigue fresca. Y así debe seguir.
En esos días jamás pensé que una década después estaría narrando algunas impresiones de esas horas. Es que pensar en ese momento con tanta previsión, a la distancia, era imposible, no teníamos para comer, literalmente. Mi mamá había perdido su trabajo durante el menemismo, nunca pudo recuperar el empleo. Ella también estaba desesperada. Desesperada por no tener pan para poner en la mesa, por tener más de cincuenta años y ver que ya nadie buscaba administrativas con esa edad. Desesperada porque llevaba mucho tiempo así, porque ya no sabía que hacer, ni dónde ir, ni a quien recurrir. Murió dos meses después, ella también dijo basta.
Pensar en esos días es triste, claro que sí. Pero es mi obligación hacer memoria, es mi responsabilidad no dejar que el olvido nos envuelva y nos arrastre allí, dónde la oscuridad se traga a los desmemoriados y los obliga a volver a equivocarse, porque no aprenden. Es nuestra responsabilidad. En esos días supe que quería participar, que quería cambiar las cosas. Así empecé a militar en política. Estamos más grandes, entendimos, aprendimos a fuerza de dolor, de sangre, de muerte. Perdimos mucho en el camino, perdimos a muchos. No olvidemos. No los olvidemos nunca.

María José Sánchez
Mar del Plata

martes, noviembre 29, 2011

La búsqueda de la verdad


 
“Hay cosas encerradas dentro de los muros que,
si salieran de pronto a la calle y gritaran,
 llenarían el mundo”.
(Federico García Lorca)

Hay búsquedas simples, que empiezan y terminan casi en el acto, y no merecen reseñas ni crónicas. Hay búsquedas más complejas que logran durar un tiempo y ofrecen cierto alivio a quien las concluye. Hay búsquedas que pueden prorrogarse hasta el olvido. Pero hay búsquedas que son atemporales, que son dignas de dedicación abnegada y que pueden durar toda la vida, búsquedas que no pueden ni deben esperar, porque son impostergables. En este último caso, se encuadra la búsqueda de la verdad.
Arduo emprendimiento si los hay, semejante pesquisa. Pero ineludible, imperiosa. Surge como una necesidad y se transforma en una obligación. Esto puede acarrear problemas, sobre todo de parte de quienes dedican su tiempo a que las verdades sigan ocultas, mal tapadas por mentiras. Intocables.
Es la libertad de saber, de conocer qué fue lo que hicieron y quiénes lo hicieron, el porqué, ya lo conocemos. Sabemos del odio, sabemos de la ambición, del abuso y la masacre. Pero queremos saber más, aún después de décadas queremos la verdad, y cuando alguien intenta desenterrarla de la ignominia donde la había guardado con celo durante tantos años, resulta que hay custodios, después de todo ese tiempo, dispuesto a hacer lo que sea necesario para que la verdad no vea la luz.
Ejemplo de esto ocurre ahora en España, donde el Tribunal Supremo indicó que el ya suspendido juez Baltasar Garzón será juzgado el próximo 24 de enero por investigar los crímenes del franquismo y la guerra civil de ese país. Fue procesado y suspendido de la Audiencia Nacional en el 2010 por haber violado –presuntamente- su jurisdicción al pretender investigar los fusilamientos o desapariciones de civiles en el campo nacional durante y después de la guerra civil de 1936 a 1939. Esos delitos habían quedado a cubierto gracias a una amnistía en 1977, dos años después de morir Franco.
Además, una semana antes de ese juicio, Garzón deberá comparecer ante el Tribunal por presunto abuso de poder en un caso de corrupción, en el que ordenó la escucha telefónica clientes y abogados cuando los primeros se encontraban en la cárcel. Tiene también pendiente una tercera causa por el cobro de dietas durante un giro de conferencia que dio en Nueva York cuando se tomó un sabático de la judicatura. Eso dicen los medios españoles.
Eso dicen, se verá en Enero como desencadenan estos juicios al Juez. Lo que si sabemos desde ya, es que Garzón abrió ciertas heridas que estaban podridas, llenas de pus y eso no se lo perdonan aquellos que bajo esas llagas esconden la verdad y la mantienen prisionera. Después de casi 70 años de aquellos hechos, aún la oscuridad ejerce su presión y decide los destinos no sólo de los vivos, sino de los muertos, todavía.
Hay claras decisiones políticas de ocultar la verdad de los asesinados sin juicio, de los fusilados por pensar diferente, de los poetas, enterrados quien sabe dónde, en fosas comunes. Saber esto, es volvernos un poco más libres, es hacer justicia. Es ponerle nombre tanto a las tumbas como a los homicidas que las cavaron y las llenaron de hombres y mujeres que se resistían al régimen.
El juicio que viene, no es  el que debería ocurrir, se pone en el banquillo a quien busca la verdad, esa la insoslayable, en vez de sentar allí a quienes ejercieron el terrorismo de estado. España, ojala pronto quites la bota que contiene el torrente de verdades que necesitamos conocer, porque las ideas por la que aquellos muertos lucharon y dieron su vida siguen clamando por la verdad.
María José Sánchez
majosanchez@gmail.com

lunes, noviembre 21, 2011

Las urnas ambidiestras



Cuando un gobierno llega al poder representando a los sectores afines a la centro izquierda y comienza a llevar adelante políticas que poco tienen que ver con los fundamentos discursivos que han guiado sus triunfos y su tradición, poco a poco comienza a ser prescindible, ya que para gobernar por derecha, existen sectores que pueden hacerlo mejor, incluso con convicciones.
Esto ocurre en España, donde el Partido Popular vuelve al poder de la mano de Mariano Rajoy con un rotundo triunfo, en medio de una crisis histórica. La receta a aplicar por el candidato ganador iba a ser sino la misma, una muy similar a la que podría haber empleado en el caso de un triunfo Alfredo Pérez Rubalcaba, ahora excandidato del PSOE.
En esta coordenada de opciones para el electorado español, donde el ajuste resulta ser la herramienta principal a utilizar ante los problemas económicos que atraviesa el país, la gran mayoría ha decidido que a derecha ocupe el lugar de ejecutor de esas medidas. Lo que se viene es recorte en el gasto social, aún más desempleo y un paulatino crecimiento de la pobreza, esto es, sin dudas, el ajuste. Los argentinos ya hemos probado de esa supuesta medicina y le conocemos sus propiedades: sabemos que no cura, sino que enferma más.
En España aún hay protestas, de quienes se dieron a llamar “Los Indignados”, quienes ahora ostentan un magro logro: por un lado haber sacado del poder al partido de Zapatero -a quien culpan de la cadena de desventuras que ha llevado a este país europeo a esta situación tan adversa-, y por otro lado, han logrado socavar tanto al PSOE que un triunfo de Rajoy era esperado, casi cantado. Tal vez estos indignados sepan lo que se viene más allá del ajuste, como ser políticas durísimas contra la inmigración, tal vez concuerden con ello. Pero de lo que deben darse cuenta es que con la rabia no alcanza, que con la protesta no es suficiente para revertir este proceso donde España es una de las más afectadas en una crisis europea sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. La participación es fundamental para el cambio, pero debe ir acompañada de muchas más ideas que la de sacar al que ocupa el cargo, porque si así fuera, la derecha de Rajoy sería la respuesta.
Seguramente el PSOE falló. Los socialistas españoles dejaron mucho que desear a la hora de gobernar. No supieron mantener el barco a flote en la peor de las tormentas, y optaron por medidas desencantadoras, lejanas a los principios que debían regirlos y optaron por apuntalar los escombros de estrategias decadentes, en vez de apostar a medidas que en otros lugares del mundo han dado resultado, como la generación de empleo y las políticas de inclusión social. Zapatero y su equipo, en vez de generar igualdad para que más ciudadanos pudieran vivir mejor, achicó las posibilidades de crecimiento, esperando que esos recortes que dejaban fuera del esquema a miles, solucionara los problemas, como si la teoría del derrame económico alguna vez hubiera sido beneficiosa para los pueblos.
Ahora llegó el tiempo de ceñirse el cinturón aún más, porque se votó eso. Se eligió delegar el poder popular en manos de quienes no supieron cuidarlo antes. Los españoles, en su mayoría, decidieron colocar al frente del país en esta etapa álgida a un conservador que estuvo en contra de la política autonómica -sobre todo en lo referente al Estatuto de Autonomía de Cataluña-, de la ley del aborto, del matrimonio homosexual y de la política exterior llevada adelante por Zapatero.
Una de las críticas más notoria que se le hizo durante la campaña a Rajoy, aún cuando lideraba las encuestas, era su falta de claridad y concreción  para explicar como salir de la crisis.
Aún así, los resultados fueron concluyentes. Cientos de miles que  antaño habían votado al PSOE, cambiaron radicalmente su sufragio este año. Los españoles han ido a las urnas, lo que les depare el futuro seguramente irá intrínsicamente ligado a lo que han puesto dentro de ellas.

María José Sánchez
majosanchez@gmail.com

viernes, noviembre 18, 2011

Las muertes prioritarias


         Temprano, me dediqué a buscar información sobre el asesinato de un muchacho integrante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE-VC) quien fue ultimado ayer miércoles por un ‘sicario’. Creí que este toque hasta de película de Hollywood iba a ser atractivo para la mayoría de los periódicos, pero me equivoqué. Si bien presuponía que la muerte violenta del niño Tomás ocuparía los títulos más importantes y las primeras páginas, pensé que esta otra muerte salvaje, también sería difundida con énfasis. Pero no.
El joven campesino Cristian Ferreyra fue muerto de un disparo de escopeta por un asesino por encargo, presuntamente enviado por un empresario rural en el paraje San Antonio, departamento de Copo. Ferreyra, padre de dos pequeños menores de 5 años, había asistido a una reunión de campesinos en la casa de uno de ellos porque estaban por denunciar en la Dirección de Bosques a Ciccioli, un empresario local, que incumplía la medida de no innovar y seguía desmontando. A la salida, lo fusilaron.
Esto sucedió el mismo día en que nos enteramos que Tomás, ese nene que se buscaba desde hacía 48 horas, también fue brutalmente asesinado y tirado en un descampado. Cristian no fue tapa de diario, Tomás sí, de todas. ¿Por qué? Pregunto. ¿Vende más un nene de 9 años que va a la escuela y que un pibe de 23 que trabaja la tierra en el norte en un pueblito perdido?
La muerte de Tomás, por lo que nos cuentan los medios, parece haber sido a manos de alguien del círculo familiar, un psicópata, un monstruo que se lleva la vida de una criatura golpeándolo en la cabeza. Esto no es inseguridad. Son casos que han pasado desde siempre, en todas partes del mundo: locos hubo, hay, y habrá.
Lo de Cristian no es así. Fue un asesinato premeditado, movido por cuestiones económicas y de poder. Esto sí se puede evitar, se debe evitar. Hay gente que ostenta billeteras que pueden pagar no sólo sicarios, sino silencio, complicidad, encubrimiento. Para la gente que vive bajo esos regimenes de abuso y tiranía, eso sí es inseguridad.
¿Por qué hay muertes que son prioridad en las publicaciones y otras que apenas logran unas líneas en algunos medios, contados con los dedos de una mano? ¿Por qué es más importante una que otra? ¿Por qué ya conocemos la carita de Tomás de memoria, pero la de Cristian no se encuentra en las noticias? Las dos duelen, las dos son repudiables, las dos merecen justicia. Y sobre todo, las dos merecen difusión, porque así, al menos, sabremos que hubo un nene de 9 años, llamado Tomás Santillán que nunca crecerá, ni terminará la escuela, ni trabajará, ni será padre, porque un desgraciado mal de la cabeza, así lo decidió. También sabremos así que existió un joven llamado Cristian Ferreyra que nunca verá crecer a sus hijos, ni trabajará más la tierra, ni podrá luchas más por los derechos de su gente y su ambiente, porque hubo un asesino que con la impunidad de hacer lo que se quiere sin conocer consecuencias sino apañamientos, contrató a otros para que lo quitaran de el medio.
La injusticia es así. La impotencia que provoca, es así. Pero ninguno es más importante que el otro. Ambos comparten la desgracia de haber tenido muertes bestiales siendo muy jóvenes. Que las páginas de ciertos periódicos y los informativos de los noticieros dedicados en cada caso se valgan de lo que más vende, pero sepamos que la aberración es la misma, que la justicia debe ser la misma.

María José Sánchez
majosanchez@gmial.com

jueves, noviembre 03, 2011

La moderación como excusa


 
La tibieza en las opiniones y las acciones, no es símbolo de mesura ni sensatez, sino de mediocridad y falta de compromiso. Lo escribo así, sin eufemismos, porque sino estaría siendo, justamente, tibia a la hora de pronunciarme sobre los temas que me importan.
Esa excusa llamada moderación, ha marcado la vida de muchos, ha enmarcado muchos actos, siempre como un escudo impermeable, de pretenciosa razonabilidad, dónde en realidad, no actúa necesariamente la prudencia, -ni siquiera el temor-, sino más bien, opera una ambigüedad que permite obrar de una manera y discursear como pidiendo disculpas, como justificando los actos con unas palabras que dejen contentos a los que piensan distinto.
Así me permito pensar al recientemente fallecido Monseñor Laguna, quien en el año 1996 dijo: “Tengo que darle cuenta a Dios, y lo haré en algún momento, de cómo no luché como luchaban otros, de una manera tan clara y decisiva", porque fue una figura central e indiscutida del Episcopado Católico durante la última dictadura militar y fue el primer obispo procesado en una causa por crímenes de lesa humanidad. Hay dos formas de leer esos dichos, una, como autocrítica, otra, como vano intento de redención ante la opinión pública.
Si uno cree que cometió errores, que falló a muchos, y la vida te da oportunidades de defender a los discriminados, de luchar por los perseguidos, de ser la voz de los marginados, y uno no toma esas chances, al contrario, vuelve a colocarse otra vez en la otra vereda, entonces, no estamos frente a un arrepentido, sino frente a un hipócrita.
Laguna estuvo en contra del Divorcio, pero afirmó: "El divorcio es un mal, pero es un mal para los católicos, y no podemos imponer en una sociedad plural una ley que toca a los católicos. Son los católicos los que tienen que cumplirla y no el resto", pero estuvo siempre en contra del divorcio.
 Laguna dijo hace apenas unos meses con respecto al aborto: “Soy antiabortista de alma, pero con la penalización hay que tener cuidado. Hay que analizar en cada caso el qué y el cómo”, pero estaba en contra del aborto, naturalmente, siendo sacerdote católico, su opinión era la esperable, aunque no por eso fue menos condenatorio con el tema.
Laguna se opuso con vehemencia al Matrimonio Igualitario, pero aseguró: "Por supuesto estoy a favor de la unión civil. Hay que respetar las diferencias y no ser sólo tolerantes, sino aprender de los que piensan distinto". Pero se manifestó en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Entonces, pregunto, ¿la moderación nos hace magnánimos y tolerantes? ¿O nos ofrece una excusa sutil para poder ejercer toda esa influencia de la que nos sabemos capaces con nuestras posturas?
Se ha muerto un moderado en el discurso, pero no en los actos. En sus actos no fue tibio: no luchó por los que pensaban distinto y eran desaparecidos. No defendió a las mujeres que mueren cada día por abortos mal practicados, por pobres, por no poder pagar algo mejor. No entendió a los católicos que ya no se querían y los condenó. No acompañó a los hombres que aman hombres y a las mujeres que aman mujeres y quieren contraer matrimonio, dijo respetarlos, pero creía en la unión civil, no en que ellos y ellas tienen los mismos derechos que cualquiera para poder casarse. Pero se excusó. Tal vez, cuando su Dios lo reciba, si es que hay Dios, si es que lo recibe, con eso alcance.
Pensar distinto y defender nuestro credo, merece respeto. Creo que pensar distinto y disimular, no. No se es justo, equitativo o bueno por declamación, sino por lo que hacemos cuando surge la oportunidad de mostrarnos como somos.

María José Sánchez
Mar del Plata

viernes, octubre 28, 2011

Ideas, como árboles.


 
“Ejemplo es liderazgo”.
(Albert Schweitzer)

Ando dando vueltas, queriendo escribir algo desde hace casi un año, cuando estaba volviendo de Brasil para esta fecha, ni siquiera pude estar para el Censo. Las instancias que a veces ayudan a que ponga en acción mi pluma, casi de arrebato, no operaron de la misma manera esta vez, y pasó un año. Pero bueno, a riesgo de aparecer atemporal o absurda, transmito algunos pensamientos que no pretenden nada, nada más que ser escritos.
Lo primero que impactó –más allá de la sorpresa de la noticia- fue el festejo de algunos que se mostraban alegres con esa desaparición física. Eso me indignó, todavía puedo sentir esa bronca, cuando los pienso. Creo que a los adversarios, tanto en la política como en cualquier otro aspecto o disciplina de la vida, hay que ganarles en el campo de juego, no esperar que la Muerte se los lleve y los saque, así, de la cancha.
Algo de eso recuerdo haber escrito, movida por la necesidad de diferenciarme de esos, los felices en esas horas. Los menos. Los que se alegran con las desgracias de otros, los siempre menos. Los que se regocijan con las penas ajenas me merecen desprecio, los que no las comparten pero tampoco las disfrutan, me merecen respeto.
El que ya no estaba parecía más presente que nunca, entre la gente, entre las lágrimas, en la plaza, en todas las plazas. Yo lo vi por televisión, en casa. Tengo mis diferencias: no lo creo santo ni mártir, no lo creo mito ni leyenda. Lo creo político, lo creo osado, lo creo valiente. Con esas cosas me alcanza. También lo creí equivocado algunas veces, y otras acertado.
Pero bueno, ahora, me resulta agradable saber que por acá pasó un tipo diferente, con defectos y virtudes -como todos nosotros-  y que a diferencia de muchos que han pasado, intrascendentes, él sí se animó a plantar ideas, como árboles. Que florezcan. Miles.

María José Sánchez
Mar del Plata
majosanchez@gmail.com

lunes, septiembre 26, 2011

Los buitres vuelven




El modismo "pájaro de mal agüero" es una expresión que se refiere a aquellas personas que son anunciadoras de noticias que, en general, no presagian nada bueno. Su origen se remonta a los augures de la antigua Roma: los augures, sacerdotes encargados de averiguar el parecer de los dioses sobre las actividades importantes de los hombres. Su importancia fue tal que los augures llegaron a convertirse en verdaderos árbitros y manipuladores de la política romana. La adivinación de estos augures se basaba principalmente en la observación del vuelo de las aves, y en especial en el de los cuervos y los buitres.
Por analogía, ese concepto ha pasado a nuestro lenguaje coloquial para designar a personas que creemos que influyen negativamente en el devenir de los acontecimientos.
Como en un tren fantasma, en la política argentina, cada tanto aparece –o reaparece- algún figurón de otros tiempos, algún señuelo del pasado inmediato, que se hace presente, siempre, para vaticinar desgracias peores de las que se vivieron mientras ellos mandaban y generaban las desgracias en tiempo real. En estas horas, El ex ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, volvió a hacerse visible en la prensa con algunas declaraciones que pretenden ser consejos de buen padre, pero que resultan ser, en verdad, pronósticos de adversidades inmediatas, como si él fuera una de esas aves que auguran males.
Como una veterana cocinera algo fuera de práctica, Cavallo nos trae sus viejas recetas, ahora en desuso, señalando que el gobierno debe hacer "ajustes graduales" para evitar que crezca aún más el aumento de precios. Avanzando unas páginas más en su Manual del Buen Amigo del FMI, nos advierte que la Argentina no es ni será ejemplo para la salida de la crisis europea: "La gente seria no le presta atención a esas jactancias”, dice, él, serio y nada jactancioso.
Nos habla desde ese pedestal en que alguna vez lo entronaron los presidentes para los cuales fue ministro de Economía: Carlos Menem y Fernando De La Rúa. Domingo Cavallo, nos habla como nos hablaban en los ’90, como si fuéramos todos chiquillos ignorantes, como si fuéramos actores de reparto en nuestra propia vida, como si no fuéramos capaces de crecer como pueblo, de progresar. Nos habla desde Washington, como si desde allí debieran surgir las soluciones para nuestros problemas, como si alguna vez, el ajuste que el propone como remedio infalible nos hubiera resuelto algún problema.
Los buitres vuelven, cada tanto. Vuelven para hacer sus negocios, porque si cuando tenían el poder nos llevaron a sabiendas, con conciencia plena a la debacle social y financiera, ¿qué vienen a intentar decirnos ahora? ¿Qué aquello que hicieron debe repetirse? Debemos saber interpretar sus señales, no por darle valor a aquella superstición romana, sino para entender que es lo que en verdad buscan.
Debería quedarse en Washington el Señor Ex Ministro, haciendo lo que haga allá en el norte, hablando su poco fluido inglés, porque acá, es español, le entendemos perfectamente lo que dice, y lo que quiere decir, mejor aún.

María José Sánchez
Mar del Plata
majosanchez@gmail.com

jueves, agosto 25, 2011

Las ratas sin barco


“Aquí hay algunos que logran hacerlo,
que encuentran el coraje para
convertirse en monstruos”

Paul Auster (El país de las últimas cosas)


Los horribles, aquellas personas que logran despertar en nosotros sentimientos negativos como desprecio, bronca o asco, cada tanto asoman la cabeza desde la madriguera en la que viven y nos someten a la fea experimentación de alguna de estas sensaciones. Hombres o mujeres pueden lograr estos efectos, aquí las cuestiones de género se quedan afuera. Asoman la cabeza y hablan. Opinan, porque pueden, tienen lugar, y las repercusiones, aunque pueden no ser las buscadas, hacen eco.
Graciela Alfano, a quien no se definir con adjetivos aptos y estéticos, habló. Nos recordó –como si no supiéramos- el rol que ocupó ella en nuestra época más oscura, en nuestra peor y más nefasta noche. Lo hizo con soltura y con la impunidad más abyecta, como si fuera un chiste, una simpleza más de su mente escasa. Pero aquello que dijo y que aclaró y profundizó luego, para despejar dudas, rebotó en la historia y volvió. Rebotó en la memoria y volvió. Sus actuales intenciones me tienen sin cuidado, nunca espero nada de las ratas, sólo asco. Espero que esta manifestación de repulsión no me valga una citación judicial, aunque confío en poder explicarme ante quien sea necesario para decir que personas así, que se creen acompañantes de honor de asesinos y torturadores, no son otra cosa que cómplices. No compro el disfraz mediático, no compro la justificación hasta sexual que le quiso dar a sus dichos. Los cómplices civiles de la dictadura existen, viven entre nosotros y salen por televisión a diario en horarios pico. Son como las ratas que, ya sin barco que abandonar, siguen dando vueltas, circulan produciendo mugre y pestes varias. A mi no me interesa saber que hizo en la alcoba de Massera, me interesa remarcar que allí estaba, cerca de ellos, los peores, y que no se arrepiente de haber estado. Quiero que diga todo lo que sabe, no del color de las sábanas, sino sobre aquellos que se llevaron para nunca devolverlos. Quiero que salga por los canales de noticias, pero no mostrando plumas, sino trayéndonos respuestas. Porque sabe. Ella y otras. Ella y muchos. También quiero que la Justicia sea equitativa, con ella, con todas, con todos.
Alfano juzga desde un panel a decenas de personas que bailan en un caño, eso tampoco forma parte de mis intereses, pero quiero que también le demos a ella la oportunidad de ser juzgada por sus actos, reconocidos públicamente. Que diga la verdad, recuerdo por recuerdo, así la Justicia y la sociedad, desde nuestro propio panel, podemos tomar decisiones que, seguro, serán un tanto más graves que no alcanzar el puntaje necesario para pasar a la siguiente ronda.

María José Sánchez
Mar del Plata
25/08/2011

domingo, abril 24, 2011

Como ofreciendo empleo



“Yo creo que todavía no es demasiado
 tarde para construir una utopía
que nos permita compartir la tierra”
(Gabriel García Márquez)

A lo largo de éstas últimas semanas, hemos sido testigos de una controversia inusual. Un debate confuso, dónde cultura y política se posaban de boca en boca, se mezclaban en conceptos y solían decantarse, cosa triste, en chismeríos. Ocurrió que el escritor peruano Mario Vargas Llosa fue invitado a inaugurar la Feria del Libro en Buenos Aires. Y hubieron quienes sugirieron que no era el más indicado para la apertura de dicho evento, por sus declaraciones, casi siempre agresivas y opositoras a los gobiernos de la región, incluido éste, claro.
Considero no sólo importante, sino imprescindible marcar ciertas cuestiones que resultan decisorias a la hora de emitir una opinión al respecto de esta visita. Resulta imposible hablar de Mario Vargas Llosa sin mencionar si quiera o cuanto menos tener en cuenta, su participación en política y su transmutación ideológica. Podrían hacerse valoraciones meramente literarias sobre su obra, seguro, pero no sobre su persona dejando al margen sus expresiones o su forma de pensar. Esto ocurre por el simple hecho de que es un ser complejo, como todos, con diversas aristas, como todos, y en base a esa heterogeneidad inherente en cada humano, es que podríamos acercarnos a una apreciación completa y razonable.
Esta suerte de amalgama político-literato es inseparable, tanto para escribir, como para hacer política. Es hasta innata o inconsciente, si se quiere una aproximación más psicológica. Entonces, cuando hablamos del arribo de Vargas Llosa a la Feria del Libro, no sólo hablamos de la llegada de un escritor galardonado con diversos premios, sino también, de un ex candidato a presidente del Perú, de un político que, según un proceso que él mismo describe, pasó de “convicciones socialistas a convicciones democráticas y liberales”, como si la democracia fuera antónimo de socialismo. Ataca a los gobiernos que tilda de ‘populistas’ y ‘cortoplacistas’ en Latinoamérica y no apoya a los Estados presentes. Por ende, no estamos hablando de un escribidor con trofeos simplemente.
Ahora bien, es tan significativo analizarlo en su entorno y opinar sobre  Vargas Llosa desde ambos universos, como permitir y aceptar el hecho de que él también tiene el derecho a expresarse de la manera que quiera y pueda. No podemos caer en sólo dejar sonar las voces que nos agradan. Es más, debemos defender esa capacidad de emitir nuestro juicio libremente porque esa es una potestad de la democracia, ésa es una bandera del socialismo, aunque dicho escritor lo crea antagónico.
Tampoco deben obnubilarnos las condecoraciones y creer que quienes las ostentas tienen una palabra impermeable e irreprochable, porque, por citar ejemplos e ilustrar conceptos, las Abuelas de Plaza de Mayo no obtuvieron aún ningún premio Nobel, y Barak Obama ya recibió el de La Paz, mientras bombardea pueblos africanos y mantiene cárceles dónde se tortura por convicción.
Todo se aprende, porque vivimos estudiando, aún cuando no nos lo proponemos, porque la batalla contra la ignorancia no se gana leyendo un libro un día, ni ganando una medalla otro. Todo puede ser asimilado, incluso la tolerancia, esa que permite que nos expresemos en libertad, todos, tanto los que escriben cartas en las que solicitan que se reconsideren ciertas presencias en ciertas Ferias, como aquellos que llegan y dan discursos plagados de lugares comunes, que no cubren las expectativas de aquellos que buscan referentes opositores casi con la misma rusticidad con la que se coloca un aviso en el diario ofreciendo empleo.

María José Sánchez
Mar del Plata

martes, febrero 22, 2011

Las voces de oriente vienen llegando



“Sean siempre capaces de sentir
en los más hondo cualquier injusticia
cometida contra cualquiera en
cualquier parte del mundo”

(Che)

Cierta ambigüedad subyace en todo ser humano, puede llevarnos a modificar criterios de plano o radicalizar posiciones, no por un descarado viraje del destino, sino por esa característica intrínseca en cada individuo. Esto opera de diversas maneras, puede activarse en cualquier momento y ofrecer algo distinto, inesperado, marcar la diferencia y cambiar el mundo.

Las rebeliones populares pueden adaptarse a este patrón. Ya que los oprimidos son abusados durante décadas, siglos, hasta que un día, como cualquier otro, alguien dice basta y desencadena la asimilación de la necesidad de independencia. Ese constante agachar la cabeza se convierte en una frente en alto, que tiene el maravilloso efecto de multiplicarse con repeticiones de vértigo. Ese es el quiebre, esa es la cuña de la liberación. Empieza de a poco y ya no puede detenerse, es el pueblo que, en su nombre propio, habla. 

Estas expresiones surgidas desde una incalculable acumulación de represiones e insatisfacciones permanentes, logran un clima único, conjugan un remolino de acciones que generan solas el momento más oportuno de todos y logran que después de 18 días de revolución caiga un dictador en Egipto, por ejemplo. Es llamativo el efecto que esto produce, no solamente entre los actores directos de semejante cambio, sino en el entorno. Es el eco, la reacción a la acción de autonomía. 

Occidente siempre sobre estima estas variables en oriente, por el simple hecho de que no las comprende. Los sistemas democráticos obtenidos en Latinoamérica después de las sangrientas dictaduras cívico-militares no pueden ser comparados con las necesidades institucionales de Oriente. Una cultura de 2000 años no puede pretender imponerle prácticas políticas a otra de 5000 años. Es hasta una cuestión de cálculo. No necesariamente la democracia interpretada por nosotros será la solución viable en países como Egipto. O Libia. 

Poco a poco aquellos déspotas conocidos por todos aunque apañados por los gobiernos estadounidenses, hayan sido republicanos o demócratas, están siendo interpelados desde sus propias naciones, aquellas que llevan asfixiando décadas. Desde las entrañas de esos pueblos se están gestando las revoluciones que son ejemplos de resistencia contra los Mubarak o los Khadafy, sublevaciones que seguirán sembrándose en las tribus y poblaciones que viven apresadas bajo las sucias suelas de la tiranía, aquella que no sólo mata de bala, de bomba o de hambre, sino que también mata de silencio. Hoy, ahora, esos hombres y mujeres, esos jóvenes, han dicho basta en nombre de todas esas generaciones aplastadas durante siglos, y han gritado con las voces de todos los acallados y han luchado por todos sus muertos y por todos los vivos y por todos los que nacerán, algún día en esas tierras arrasadas y saqueadas por los autócratas locales, siempre sostenidos por presidentes norteamericanos. Esos hombres, mujeres y jóvenes han encontrado su voz, ojalá nada ni nadie vuelva a acallarlos nunca. Ojalá no pierdan esa voz jamás.

sábado, febrero 05, 2011

Caída libre


A estas alturas, en realidad, hay muy pocas ganas de dedicarle tiempo y esfuerzo a las opiniones que cada tanto vierte públicamente la Diputada Elisa Carrió. Hay hasta una sutil resistencia que valoro, al momento de sentarse a tipear estas que pretenden ser apenas unas líneas de opinión y expiación a la indignación que, puntual, llega cada vez que esta legisladora vomita alguno de sus misterios imposibles.
Ahora, sin mediar razones más sólidas que un eterno y desarticulado intento de difamación, resulta que el velorio del ex Presidentes Néstor Kirchner, fue ‘organizado’, no por sus dolientes, como todos los ilusos supusimos todo este tiempo, sino por el famoso grupo artístico Fuerza Bruta. Parece que no le resulta suficiente esa versión astronómica que circuló a su tiempo de que el ataúd sobre el que miles de argentinos lloraron durante horas, estaba vacío, de que el cuerpo de Kirchner no estaba dentro del sarcófago, hasta justificaron el disparate con elaborados cálculos científicos aludiendo que el ex mandatario era “más alto y ahí no entraba”.
Parece que Carrió, una vez más, insulta nuestra inteligencia esperando conseguir con sus ofensivas palabras un rédito político que hoy día dista abismalmente de recobrar. Una persona que consigue entrevistas televisivas o radiales sosteniendo extraños vaticinios que indefectiblemente terminan en un supuesto apocalipsis orquestado por todos los políticos menos ella, no sólo abusa de la imaginación, sino que se ríe de nuestra coherencia y sentido común con cada palabra que, guiño mediante, expresa.
 Me gustaría afirmar que todos sus comentarios siniestros me resbalan, pero algunos logran hacer mella y despertarme la vieja bronca, adormecida después de la última excursión al país de los desquiciados al que ella pretende llevarnos con boleto de ida. Es como si Carrió realmente creyera que puede sostenernos atontados por sus mentiras, es como si cada mañana leyera las desgracias venideras en las tortas negras del desayuno y decidiera revelarnos sus profecías a nosotros, los pobres idiotas que no la votan.
Estas ya aburridas incursiones de la Diputada Carrió en algo así como las ciencias ocultas (ocultas para todos menos para ella, claro), siempre tienen como objetivo dejarnos atemorizados, con una extraña sensación de que hay un complot gestándose permanentemente a nuestro alrededor, de que algo terrible va a pasarnos pronto, ahora están acompañadas por supuestas confabulaciones artístico-funerarias diagramadas por la viuda, algún funcionario y Fuerza Bruta.
Más allá de sobre quién se hacen estas elucubraciones disparatadas, más allá de la intencionalidad política de cada uno de sus dichos, Carrió no debería olvidar cuan caro a nuestros afectos es hablar con tanta liviandad de muertos con cuerpos que no están, de tumbas vacías, de muertos evaporados, de muertos no muertos, de desaparecidos. Cada discurso tiene un doble mensaje, como mínimo, y este doble mensaje, el subliminal, poco tiene que ver con este caso particular del deceso del esposo de la Presidenta. Hay que tener mucho cuidado con las palabras, a veces podemos referirnos a otras cosas que no estaban en nuestros pensamientos al hablar, y otras podemos mencionarlas de plano, sin decirlas.
Tal vez ahora empiece a circular el rumor de que Néstor Kirchner se burla de toda esta charada viendo la televisión desde la misma isla que habita Elvis Presley desde hace años, junto con -todo es posible es este universo de estupidez- Rodrigo. Tal vez las tostadas con manteca le pasarán pronto esta información. Pero lo que es cierto, lo que resuma toda esta pantomima de campaña política que ha iniciado la ahora y siempre pre candidata a la Presidencia de la Nación, Dra. Elisa Carrió, es que ha tenido que apelar a todo a esta altura de su debacle, ya que es tonto suponer que con esos dichos le falta el respeto sólo a los familiares y que todos aquellos que acudieron de buena voluntad al funeral o todos los que allí quisieron estar pero no pudieron llegar, no se sentirán dolidos con su perorata disparatada.
Por lo pronto, sólo queda un mensaje claro y simple para enviarle y consiste en avisar que las caídas libres son así, Elisa, no hay red abajo, nada ni nadie amortiguará el seguro impacto destructor y definitivo que te darás en tierra. Eso, que no es predicción, ni promesa, sino elemental lógica, quizá, no resulte necesario buscarlo en ningún oráculo agorero, porque ese inevitable y cada día más cercano final, Elisa, vos ya lo conocés.

María José Sánchez
majosanchez@gmail.com

lunes, enero 10, 2011

Y hacer pito catalán a la muerte



“Sin embargo estoy aquí,
resucitando”

(La Cigarra, María Elena Walsh)

A veces, las noches son hermosas, las estrelladas, esas que dan ganas de salir a dar una vuelta, contemplar el mar, ver amigos, charlar, reír, reír mientras se pueda. Esas noches pueden ser hermosas no sólo porque la temperatura ayuda, o porque las nubes han decidido ir a ensombrecer otros cielos, sino porque alguien nos deja, alguien hermoso. Y la lluvia no aparece como símbolo del seguro llanto que provocará evocarla, y el viento no surge, corrosivo, para llevarse los recuerdos, porque hoy, los recuerdos, han sido todos felices.
Las despedidas imposibles, no son las que no queremos hacer, sino, simplemente, las que no podríamos hacer nunca. Y está bien que así sea. Si, la infancia ya había quedado lejos antes, cuando la vida se descubría no siendo lo que se esperaba que sea. Cando la infancia iba haciéndose cada vez más inalcanzable, cuando las memorias de los primeros años se empañaban, como si fueran vivencias de otro, pero, aún así, a veces sin saber como, seguíamos cantando.
Cada día, algunos más, otros, -afortunados-, menos, nos matan, nos matamos, nos morimos solos, tantas veces y, después de todo, seguimos cantando, porque en el fondo, aunque las capas pérfidas de las décadas en su afán de ir siempre hacia delante quieran robarlo todo, al fin y al cabo, lo único que queremos es tiempo, pero tiempo no apurado, sino tiempo de jugar, que es el mejor.
No pedimos mucho, y parece depender de nosotros, sólo tenemos que creerle a María Elena, que siempre nos dijo que a la hora del naufragio y de la oscuridad, alguien te rescatará, para seguir cantando... y hacer pito catalán a la muerte, porque aunque, otra vez, nos arranca un pedacito y se lo lleva, todavía podemos, todavía... eso: seguimos cantando.
La verdad es que está hermoso para salir, salir y dar una vuelta, salir y brindar por María Elena Walsh, y por los niños que alguna vez fuimos, los niños que ella eternizó dentro nuestro. Todos somos sobrevivientes que vuelven de alguna guerra, pero la esperanza que habita en sus canciones nos obliga a buscarnos, aunque sepamos que no necesariamente nos hará feliz lo que encontremos, busquemos más, busquemos bien, todos fuimos hermosos aunque sea un rato a los 9 años.
Y ése nosotros, el que está todavía ahí, esperándonos para contarnos un sueño lindo, como la risa de un bebé, ésos que fuimos, así como la esperanza y las ideas, a diferencia nuestro, no morirán jamás.

María José Sánchez
Mar del Plata