martes, julio 28, 2009

Viva la diferencia

Este concierto se lo dedico a la

señora Justicia, en honor a las

vacaciones que parece se está tomando”

(V for Vendetta, Larry y Andy Wachowski)


Las obligaciones ideológicas son ineludibles. Podemos dejar de hacer muchas cosas, olvidarnos de otras tantas, pero cuando de Ideas se habla, -creyendo profundamente en ellas, claro-, no pueden esperar. Esas obligaciones las juzga la conciencia... y a mi me gusta dormir tranquila. La responsabilidad que tenemos con aquello en lo que basamos nuestras reflexiones, aquello que pensamos y decimos, no puede ser evadida.

Hoy, al leer las declaraciones de Mario Llambías, titular de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), donde manifiesta su respeto al ex ministro de Economía de la última dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz, siento la necesidad de diferenciarme, de decir que no soy ni mejor ni peor que él, pero si afirmar que soy otra cosa, que no soy lo mismo.

Es imposible no ver como ciertos dirigentes rurales cada vez se esfuerzan menos por ocultar sus simpatías y afinidades con momentos siniestros de nuestra historia y con quienes perpetraron un genocidio hace 30 años. No es la primer declaración de este estilo que genera la misma vergüenza y la misma bronca: hemos oído en boca del presidente de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Biolcati, frases golpistas que, junto a lo dicho ayer, me niego a dejar pasar de largo, porque podemos oponernos a esos dichos hablando con amigos, compartiendo algún café, pero quienes militamos por la igualdad de oportunidades, por la justicia social y por sostener el sistema democrático, debemos hacer oír nuestro repudio. Porque cuando se expresa respeto hacia alguien como Martínez de Hoz, utilizando los medios de comunicación que se le brindan con generosidad, no sólo se lo hace por ser uno de los fundadores de la Sociedad Rural Argentina, hay mucho más detrás de eso. Algunos, los que cuentan de a millones y lloran los centavos, parece, pueden decir lo que sea, donde sea y cuando apetezcan; otros, da la impresión, los que viven en la desigualdad o la injusticia, sólo tienen derecho a mantener la boca cerrada y la panza vacía.

Sino, todas y todos aquellos miembros de la clase política que digan encuadrarse en los espacios democráticos y progresistas y no condenemos este tipo de expresiones que perjudican no sólo la vida democrática de la República, sino que son ejemplos claros del desprecio con que aún se manejan estos sectores económicos de gran poder, nos convertimos en cómodos encubridores, hacemos del silencio, otra vez, esa herramienta macabra que alguna vez fue, para pasar desapercibidos, para no tener posiciones firmes en momento inciertos, somos aquello que siempre criticamos, somos cómplices.


María José Sánchez

Mar del Plata

majosanchez@gmail.com