martes, mayo 18, 2010

Ni drogas ni bingo: educación, salud y comida.



“La forma en que la gran masa
de los pobres son tratados por
 la sociedad moderna es
verdaderamente escandalosa”
(Friedrich Engels)

Escribir algo acerca de esto algunos días después no pierde vigencia. Este señor ha demostrado que ciertas formas de pensar, ciertos comentarios filo fascistas siguen tan vigentes como siempre, así que no me apresuré en expresar lo que tengo ganas de decir, me tomé un tiempo para obtener cierta perspectiva y no escribir desde la bronca más fresca.
Las últimas declaraciones del Senador Ernesto Sanz, han ocasionado múltiples réplicas, desde diversos sectores de la política nacional. Sus dichos nos recuerdan cuán distantes del pueblo se encuentran muchos hombres y mujeres que, en representación de quienes los votaron, dirigen los destinos de nuestro país. Decir con toda la boca que  “Por la Asignación Universal por Hijo aumentaron el consumo de droga y el juego”, es estar de espaldas a una realidad que no necesita datos cuestionables provenientes del Indec, sino que puede palparse en las escuelas públicas, en el consumo en variadas áreas y, si este señor se animara, hablando con aquellos que reciben mes a mes dicha asignación.
Sanz está tan en las antípodas del pueblo necesitado, que diciendo esto, no sólo incurre en una falsedad, sino que pretende humillar una vez más a los sectores más desprotegidos, como si los pobres, por ser pobres, no supieran que hacer con un dinero que el Estado, cumpliendo con su obligación, proporciona por hijo vacunado y escolarizado a los padres, ya sean trabajadores en negro, desocupados, empleadas domésticas, o sub ocupados, es decir, a los argentinos que más lo precisan. Esto no es un ataque al gobierno actual, estas declaraciones son en sí mismas una aberración porque surgen desde su forma de pensar y de sentir la realidad, no se confunde cuando lo dice, no está sacado de contexto, lo dijo, porque así es como él piensa.
Como si fuera poco, agrega: “No se trata de estigmatizar a ningún sector social”. Por favor, faltaba más. Él propone volver a la Teoría del derrame de los ’90: propone que las ventajas del crecimiento económico de los sectores que en la actualidad general la riqueza, caiga dadivosamente sobre el resto de la sociedad que se encuentra al margen de la producción de dichos ingresos. Eso ya lo vivimos muchas veces y demostró que funciona muy bien para los sectores concentrados, los monopolios económicos, pero no para el resto de los habitantes de la nación que, por supuesto, somos inmensa mayoría. Esta asignación universal, por el contrario, promueve algo inversamente proporcional a esa teoría nefasta: los ingresos provienen desde abajo, desde los sectores más postergados y comienza a derramarse hacia arriba, traduciéndose en consumo en diversas áreas, según el Conicet, por ejemplo industria alimentaria (los pobres comen Sanz), textil (los pobres se visten Sanz), juguetes (los pobres cobran esta asignación porque tienen hijos que juegan Sanz, como los hijos de los ricos), comercio y otras actividades diversas que, debemos aclararle al senador, nos son el consumo de Paco y las Maquinitas.

María José Sánchez





jueves, mayo 06, 2010

Sólo con mirar hacia el costado

“Justicia, igualdad y libertad
son algo más que palabras,
son perspectivas”

(V de Vendetta)

        Cuando somos chicos, nunca nos llegamos a imaginar cuan difícil puede llegar a ser crecer. Aunque nos expliquen, sólo la experiencia de ir viviendo la vida nos demuestra lo arduo y trabajoso que es simplemente seguir, moverse hacia adelante. Porque crecer, es eso, avanzar. El individuo crece hasta por cuestiones biológicas, crece siempre, aprende a veces. También pueden crecer las sociedades o sectores de ella, pero este es un proceso más lento y complejo por la pluralidad de su composición. Las sociedades pueden estancarse en ese crecimiento durante mucho tiempo y hasta, a veces, pueden retroceder. Aunque hay otras oportunidades en que dan un salto hacia adelante. Se catapultan hacia lo que deberían ser. 

        Estamos viviendo la historia, es una gran época para ser parte de ésta sociedad, es un gran momento de modificaciones a temas trascendentales que nos llenaban de vergüenza e impotencia. Porque las voces, en su pluralidad, tendrán una Ley de Medios que las respalde, aunque a muchos les de urticaria. Porque las amas de casa ya no deben explicar que lo que hacen en sus casas, no es nada más ni nada menos que trabajar y que por ello son jubilables. Porque los bebes que nazcan a partir de ahora, tendrán un Estado que cumplirá con su deber, porque sus padres, aunque sean desocupados o trabajadores en negro, tendrán, al menos, una mínima tranquilidad en el banco, todos los meses. Porque los asesinos, los torturadores y apropiadores, ya viejos y patéticos, deben estar enterándose que la impunidad que los mantenía cobijados y calentitos, terminó y que sus últimos años, son para la justicia. Porque los nietos que no saben o que no quieren saber, van a ser encontrados, porque nunca vamos a dejar de buscarlos. 

        Son momentos en los cuales empiezan a haber leyes que, de a poco, nos están incluyendo a todos. Una amplia porción de esta sociedad está dando debates merecidos, buscando soluciones necesarias, desde diversos sectores políticos. Estamos reparando décadas de discriminaciones y abusos, décadas de hipocresías y bajezas y falta aún mucho más. Las personas del mismo sexo, si así lo quieren, podrán casarse. No porque necesiten de un papel para quererse, no porque necesiten que el gobierno o los diputados los autoricen a formar pareja, a convivir, a vivir sus vidas plenas sin esconderse. No. Éste es un cambio fundamental porque ahora el Estado y las leyes no harán más diferencias, no segregarán a unos y ampararán a otros por su condición sexual, aunque a muchos, todavía, les cueste comprender que Igualdad, no significa que somos todos iguales, sino que todos debemos tener las mismas oportunidades. 

        Entonces, es una gran época, porque son cambios que se motorizan desde sectores de esta sociedad. La historia ha de hacerse así, creciendo, avanzando y retrocediendo, para que cuando nos toque mirarla desde lejos y la memoria juzgue nuestros actos de hoy, lo que veamos nos depare sonrisas y si hay alguna lágrima, que sea de dicha. Ahora nos toca a nosotros, los habitantes de este pueblo y de este tiempo, mirar hacia adelante, sin volver a mirar a nadie por encima del hombro, pudiendo, de a poco, reconocernos en el otro, aceptarlo  como es, sólo con mirar hacia el costado.

María José Sánchez

Foto: Javier Fuentes