domingo, febrero 02, 2014

Cinco años sin Luciano Arruga

“Pero cuidado lo que hacés
o adonde vas
despues del gran recital
están los puños de la ley
para atraparte
tarde para reaccionar
la ciudad va a reventar
el camino es largo,
y Buenos Aires arde.
Arde de sirenas y de canas
Buenos Aires
Arde de violencia ya se quema
Buenos Aires”
Arde Buenos Aires (Los Fabulosos Cadillacs)
Soy joven. Soy negro. Soy del conurbano. NO quiero ser mano de obra de la policía: Desaparezco. Cinco años sin Luciano Arruga.

Alguna vez supimos llamarla Maldita Policía, la del gatillo fácil y el palazo siempre listo. La que pega por las dudas y no pregunta antes de ponerte un balazo en la nuca si vivís en una villa. La que te agarra en la calle y palpa de armas y te humilla sólo porque usás gorrita o capucha. Ésa. No son todos, se sabe, todavía hay algunos que se visten de azul porque creen en servir a los demás, en defender al otro, en la justicia. Pero los otros, que son muchos, que abusan de la autoridad, del arma que llevan atada al costado, de la impunidad que parece renovarse sola.
De ellos hablo, no del cana honesto que hasta puede dejar la vida para cumplir con el deber que un día lo llevó a ser policía, hablo de los otros. Los malditos. Los que reclutan pibes de los barrios y los llevan a robar y les pagan con paco. Y eso es cuando les dan el sí, por miedo, por necesidad, por enfermedad. Los que no quieren, mueren o no vuelven más a los lugares que frecuentaban. No vuelven más a ningún lado.
Aprientan a chicos jóvenes, a adolescentes y a otros apenas niños, los obligan a delinquir, les ponen armas viejas y gastadas en las manos, les arruinan la vida y a veces hasta esconden sus muertes y las hacen parecer enfrentamientos, cuando algo falla. Como en la dictadura genocida, donde te pegaban dos tiros en la nuca y decían que habías sido ‘abatido’ en un ‘enfrentamiento’. Ejecuciones de antes, de ahora.
¿Cuántos pibes que faltan de sus casas les dijeron no a la policía chorra y corrupta? ¿Cuántos pibes que hoy están perdidos se negaron a robar o ser sicarios de la policía narco? Sabemos de algunos, sabemos de Luciano, que cometió los cuatro pecados juntos: era un chico, morocho, del conurbano y dijo no. Luciano no está más. No sabemos nada de él desde hace cinco años, su familia lo busca, todos lo queremos con vida, pero Luciano no aparece, no está. Pasa que Luciano no arrugó y tuvo aguante y dijo no. Su madre, Mónica Raquel Alegre, con el dolor sobre sus hombros, pesado cual montaña, con la dignidad en su voz, sus actos y su lucha, dice todo: “Parí un argentino y negro que no quiso robar y estoy orgullosa de eso”.
Pasa que Luciano, en democracia, desapareció. Pasa que tenía dieciséis años. Pasa que cortaron un lindo árbol jovencito, apenas brotando, pasa que nunca vamos a saber cuán alto ese árbol iba a poder ser. Y pasa que hay muchos Luciano y empeora, todavía: habrá más Lucianos. Y que en nuestros oídos resuene su verdad, que grita desde la ausencia: “Soy joven. Soy negro. Soy del conurbano. NO quiero ser mano de obra de la policía: Desaparezco”.


Para 24Baires.com.ar (http://www.24baires.com/opinion/39616-cinco-anos-sin-luciano-arruga-2/)

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