lunes, octubre 29, 2012

“No pudieron con nosotros”

         
            Jorge Cirelli empieza a contar esta historia, que también es suya, no sólo porque haya sido testigo de lo ocurrido, sino porque la ha apropiado para sí, la ha internalizado como parte indeleble de su vida. Él es también esta historia. Nos sentamos a la mesa, llamo por teléfono pidiendo café para mí y un cortado para él. Agrego unas medias lunas al pedido, aunque sé que difícilmente las probemos. Le aclaro que la idea es más una charla que otra cosa, y me doy cuenta de que apenas va a necesitar preguntas, porque él sólo empieza a hilvanar una narración que tiene la solvencia y soltura que adquieren los relatos en la voz de quienes ya los han contado muchas veces.
            -Carlitos era un militante social-, comienza a contarme Jorge. -No incorporado a las filas de montoneros, nada por el estilo. Carlitos era un buenazo, comprometido con la realidad del momento, mas bien un militante social. Estimo que, como todo joven de aquella época, estaría enrolado en las filas de algún peronismo, de juventud peronista, pero más que eso no. Además tenía 21 años. Un chico.
            Empezamos por el principio, por como conoció a Carlos Waitz, Carlitos, para él, que fue un detenido desaparecido hasta hace poco tiempo, cuando el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó sus restos en una fosa común en Avellaneda y su familia pudo sepultarlo en Mar del Plata. “Lo conocí ahí, yo era más grande que él, tenía 29 años. Durante la obra nació mi hijo, justo cuando estábamos terminando las presentaciones nació mi hijo, en marzo del ’77”. Dice Jorge y por un instante su rostro cambia y se dibuja cierta alegría”.
            -Él participó de ese proyecto que encaraba un grupo que se llamó Nuevos Actores Marplatenses, que lo dirigía Rubén Benítez. Yo ingresé ya empezados los ensayos de Israfel, esta obra de Abelardo Castillo que coincidía con una reedición de la obra. Y allí integraba parte del electo Carlos Waitz. La obra se estrenó en diciembre, después empezó a caminar bien en el mes de enero del ’77.
            Como dato anecdótico, Jorge me cuenta que compartían la sala con China Zorrilla, que tenía su espectáculo cuando ellos terminaban. Cuando le consulto que le pareció China, como se llevaban con ella, me afirma que la considera “Una excelente compañera”. Jorge retoma sin esfuerzo y sin guía el hilo de la narración:
            -Así llegamos al 26 de enero de 1977, en ese momento yo estaba en escena. La obra Israfel trata de Edgar Allan Poe. En escena yo contaba un cuento de Poe, interactuaba un poco con ellos…. -Aquí Jorge deja de hablar en pasado y empieza a hablar en presente, como si estuviera otra vez allí. -Y cuando estoy contando el cuento, veo por uno de los costados, a la derecha de los actores, que ingresa el dueño del teatro con… yo no sabía quienes eran, pero si pude identificar, porque era común por aquellos años, que era un grupo de tareas.
            Me cuenta que los reconoce por como se manejaban, “es decir, ingresan con esa impunidad absoluta, ¿no es cierto?”, “Como los dueños de todo”, acoto, porque casi puedo verlos yo también, a través de sus palabras.
            -¡Exacto!-, exclama. -Con actitud de ‘dueños de todo’, de dueños absolutos de la situación. Y ahí, en ese momento… bueno, en el teatro está esa consigna: “uno no se desconcentra”, uno sigue con la obra, pese a que a mi me tocaba de cerca porque había sido secuestrado meses antes. Soy un aparecido con suerte”.- Dice Jorge y sonríe. -Ahí ingresaron a los camarines y preguntaron por El Tabernero, porque Carlitos hacía el papel del Tabernero y… se lo llevaron. Ahí no más se lo llevaron.
            Cuando lo consulto si es que Waitz llegó a actuar esa noche, él me cuenta que sí, que llegó a salir a escena en lo que era el primer acto, que se denominaba ‘primera taberna’, y cuando estaba para actuar en la ‘segunda Taberna’, se lo llevaron de los camarines. La obra se terminó de presentar, otro compañero suplió su lugar. Siguiendo al pie de la letra la costumbre del teatro: la obra debe continuar.
            -Yo creo que el público no se dio cuenta. –dije Jorge, repitiendo una suposición que lleva más de tres décadas.- Se dio cuenta mi esposa, que a partir de mi secuestro iba a todas las funciones, estaba alerta. Después, como pasaba en esas épocas, cuando terminamos la obra, tanto nosotros como China, decíamos qué pasó, qué es esto, como está, dónde está. Recuerdo que una de las actrices, con otra gente, fue a hacer la denuncia a la comisaría 1era con toda la inocencia…. De ahí en más, nunca tuvimos noticias. Lo que sí supimos es que buscaron a una persona que no encontraron en la casa… Mirá vos como son las cosas –suspira-, y al no encontrarla en la casa, tomaron una agenda de esta chica, -la que no encontraron en el domicilio- y de ahí sacaron el nombre y dirección de Carlitos Waitz. Así llegaron a él….
            Yo no se qué tipo de preguntas puede afectarlo más, el tema es delicado, y mis ganas de saber son muchas, entonces pregunto igual, más bien opino a ver que sale de Jorge y le digo que en esa época, finales del ’76 y principios del ’77, no estaba tan claro lo que estaba pasando con la gente que desaparecía, y tiro un “¿no?” que es en realidad retórico y el principio de la próxima pregunta que quiero hacer. Jorge concuerda conmigo, entonces avanzo y le consulto si estuvo leyendo, -si tuvo ganas… porque hay que tener mucho estómago- algo de las últimas declaraciones de Videla, que hizo para un libro que ya salió, que explica como tomaron la decisión de desaparecerlos y el por qué de la figura del desaparecido…
            -Si, si, algo leí.- Afirma, y aunque noto que le cuesta un poco hablar de eso continúa. -Yo recuerdo perfectamente que Videla en algún momento, ante una requisitoria, contestaba que un poco se había ido de las manos, de control, toda la acción que se estaba dando ‘antiterrorista’, que, en realidad, no era antiterrorista, porque los que fueron víctimas eran los militantes que hacían trabajos sociales, más que otra cosa.
            -La figura del ‘terrorista’, pensado un poco para demonizar al otro, para tratarlo como algo que no es humano…- digo.
            -Exacto… tal cual. Yo creo que hasta el concepto que había del terrorista era que no era sujeto de derecho…
            -Entonces podías hacer con él lo que querías, no era una persona, era otra cosa…
            -Claro… Eso fue lo que posibilitó hacer cualquier cosa. Y una actitud de la población que, ante el miedo, surgió aquel ‘por algo será’, fue una actitud de miedo, en realidad. ¿Por qué a mi no me buscaron? Entonces esta gente en que andaría….
            -Algo habrán hecho…
            -Una reacción que, por el miedo, hizo que se dedicaran a no averiguar más. Con ese pensamiento les bastaba para sobrevivir – afirma.
            Son impresiones que se comparten entre alguien que las vivió y alguien que las imagina, pero se comparten al fin de cuentas. En esas épocas el desconcierto después de un secuestro era mucho, no se sabía muy bien hacia dónde ir o con quién hablar. Los días subsiguientes, la desesperación… Jorge me dice que con el tiempo decían “Que inocencia hacer la denuncia”, si hubiera sido un tiempo después no hubieran ido a la comisaría porque ya sabían lo que pasaba. También recuerda que los padres de Carlitos iban y reclamaban a la policía, al ejército… pero siempre con el resultado que todos conocemos: no le daban en concreto absolutamente nada. Incluso proporcionaron sus datos genéticos, lo que propició que se pudieran identificar en una fosa común en Avellaneda, donde había otros quince cadáveres. “Eso va en paralelo con la recuperación de los nietos”, dice y agrega: “Y vos fijate que cosa, cuando aparecen los restos de Carlitos, a los pocos días con un grupo de teatro, hacemos la obra Cajitas Chinas, que trata el tema. La dimos en un centro cultural de Avellaneda, después hubo un debate, había Abuelas en la función, y cuando pudimos interactuar, dijimos que coincidencia que justo en esta ciudad hace unos días encontraron los restos de nuestro compañero.”
            La noticia del hallazgo de los restos de Waitz ofició de nexo para el reencuentro del elenco, Jorge relata como se pusieron en comunicación con todo el elenco de aquella obra. A él lo llamó Víctor Bidart, y se juntaron seis actores: Víctor, Juan Vitali, que viajó a Mar del Plata, Graciela Spinelli, Eduardo Campos, Roberto Tripolio y él. Se reunieron para recordarlo y hacer un brindis en honor de Carlitos… como una manera de cerrar el círculo, decir “acá lo tenemos”.
            -Lo que hicimos fue verdaderamente cerrar el duelo. Cuando le dieron sepultura a Carlitos yo no fui… porque hacían una misa y yo no… - Risas-, pero después nos reunimos con los compañeros.
            Ellos pudieron cerrar el duelo, pero hay miles de familias y amigos que ni siquiera han tenido esa oportunidad. El trabajo forense va de la mano de los ADN. Así, muchos podrán terminar el duelo, con el dolor que no se va a ir, al menos saber donde están los restos de sus seres queridos y poder darles la sepultura que crean conveniente.El ser humano lo que busca son certezas. Siempre la angustia del ser humano tiene que ver con lo desconocido, con lo que no puede certificar. Y tener certezas es muy humano, con lo cual, esto tranquiliza espíritus, por lo menos…” Me dice, y es por eso que me parece que la misma figura del desaparecido es tan desesperante, no está, como el mismo genocida dice “no está más, no existen”.
            -Esa falta de certeza es lo terrible: desapareció, es una incertidumbre, eso es lo angustioso. – Afirma Jorge.
            -Toda una estrategia creada desde el mismo horror para justificarse ellos mismos.
            -Y caer en la cuenta, porque uno analiza la historia, y en estos casos caes en la cuenta de que fue un plan absolutamente armado, que comenzó con el patrocinio de la CIA con el golpe de Pinochet, ahí crean el Plan Cóndor, que se articula entre Chile, Argentina y Uruguay. Los que estábamos más politizados veíamos como venía la articulación, no teníamos idea del nombre que le ponían a sus planes.
            La obra siguió toda la temporada, de hecho ganaron el Premio Estrella de Mar como Mejor Obra de teatro por elenco Marplantense. “Después seguimos haciendo teatro con lo que quedó del grupo. Ya ahí dirigido por Roberto Tripolio, compañero del elenco. Allí empecé a hacer otras obras y sigo en la actualidad. Si, sigo haciendo teatro”. Dice Jorge, sin disimular su orgullo.
            Le hago saber que al no haber vivido esa época, (yo nací el 3 de Abril del ’82), trato de aprender de eso, de la gente que sobrevivió a aquella época y la que aun hoy sigue demostrando que no pudieron con ellos. Me parece un claro ejemplo seguir haciendo teatro, promover la cultura. Seguir construyendo cada uno desde su lugar lo que querían evitar que se construya: una sociedad más justa, más igualitaria…
            -En realidad no pudieron con nosotros, porque después, el perder la guerra de Malvinas fue el colofón para que la población tomara ya valor para decir váyanse, ya basta. Lamentablemente ya no estaba esa juventud batalladora, porque de haber estado otra historia sería hoy…
            Claro, ese era el plan, por algo se llevaban a los hijitos de los secuestrados y mujeres embarazadas, tenían esa concepción. Para eliminar esa simiente, cambiarlos de padres para evitar que pensaran como sus progenitores. La verdad Jorge, le digo, a mi me gusta contar historias, más allá de las noticias fabricadas que los medios hegemónicos nos imponen como la noticia del día, la que hay que contar, me gusta la posibilidad de desentrañar estas otras historias, que tienen la misma o más relevancia que muchas de las cosas que se conocen, pero que no han tenido la difusión que merecen… “Correcto. –concuerda.- Una parte de la lucha de esto es hacer conocer el secuestro de Carlitos Waitz… que, en realidad, no fue el único actor en desaparecer, ya había desaparecido con antelación Gregorio Nachman y Carlos Conti. Nachman fue víctima del terrorismo de Estado por la importante tarea que hacía con su Teatro de la Comedia Marplatense…”
            Ahí se destacan las visiones del arte para unos y para otros, para unos como herramienta de transformación, y para otros, como algo nocivo. Lo diferente del secuestro de Carlitos fue que se lo llevaron en plena función, “y lo hace digno de ser contado, porque demuestra hasta donde se atrevieron”.
            Sabemos que en términos históricos, 30, 35 años, es un tiempo cortísimo, y que se pueda hacer una reflexión y analizar lo sucedido… Saber que ellos, los genocidas, que creyeron que pasarían a la historia como los grandes héroes de la patria, sepan que ya pasaron a la historia como los grandes monstruos de la patria… y que podamos verlo, mientras sucede, es necesario.
            -Ya es histórico. –Subraya. -Y no ha ocurrido en casi ningún otra parte de la tierra, que un país haya enjuiciado a los torturadores… Cosa que no pasó en Uruguay, no pasó en Chile… recién ahora está empezando la gente a reclamar lo de Franco en España… y así le fue al Juez. Y ahora, con estos juicios por la verdad, se empiezan a enjuiciar hasta los de la CNU. Es una lucha que va a ser muy dura…. y muy larga. Es una lucha que avanza por los particulares y por las organizaciones de derechos humanos.
            -Es interesante ver como, más allá de la recuperación de los restos y de la sepultura que le dieron sus padres… ver como Waitz estuvo siempre presente en todos ustedes durante todos estos años, a pesar de haber sido un chico muy joven, apenas 21 años, dejó su marca muy fuerte no sólo en su familia, sino también en sus compañeros y colegas…
            -Es eso… si…- Por lo ojos de Jorge pasan muchos recuerdos que no voy a lograr atrapar en estas líneas. Se toma unos segundos para decir: -Un poco lo que el ser humano debería tener en su mente, trascender de alguna manera, y él trascendió porque tenía personalidad como para hacerlo. Desde su bonhomía… dejó huella, indudablemente. Por suerte trascendió.
            Y esa, me parece, es la batalla ganada.


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