martes, noviembre 29, 2011

La búsqueda de la verdad


 
“Hay cosas encerradas dentro de los muros que,
si salieran de pronto a la calle y gritaran,
 llenarían el mundo”.
(Federico García Lorca)

Hay búsquedas simples, que empiezan y terminan casi en el acto, y no merecen reseñas ni crónicas. Hay búsquedas más complejas que logran durar un tiempo y ofrecen cierto alivio a quien las concluye. Hay búsquedas que pueden prorrogarse hasta el olvido. Pero hay búsquedas que son atemporales, que son dignas de dedicación abnegada y que pueden durar toda la vida, búsquedas que no pueden ni deben esperar, porque son impostergables. En este último caso, se encuadra la búsqueda de la verdad.
Arduo emprendimiento si los hay, semejante pesquisa. Pero ineludible, imperiosa. Surge como una necesidad y se transforma en una obligación. Esto puede acarrear problemas, sobre todo de parte de quienes dedican su tiempo a que las verdades sigan ocultas, mal tapadas por mentiras. Intocables.
Es la libertad de saber, de conocer qué fue lo que hicieron y quiénes lo hicieron, el porqué, ya lo conocemos. Sabemos del odio, sabemos de la ambición, del abuso y la masacre. Pero queremos saber más, aún después de décadas queremos la verdad, y cuando alguien intenta desenterrarla de la ignominia donde la había guardado con celo durante tantos años, resulta que hay custodios, después de todo ese tiempo, dispuesto a hacer lo que sea necesario para que la verdad no vea la luz.
Ejemplo de esto ocurre ahora en España, donde el Tribunal Supremo indicó que el ya suspendido juez Baltasar Garzón será juzgado el próximo 24 de enero por investigar los crímenes del franquismo y la guerra civil de ese país. Fue procesado y suspendido de la Audiencia Nacional en el 2010 por haber violado –presuntamente- su jurisdicción al pretender investigar los fusilamientos o desapariciones de civiles en el campo nacional durante y después de la guerra civil de 1936 a 1939. Esos delitos habían quedado a cubierto gracias a una amnistía en 1977, dos años después de morir Franco.
Además, una semana antes de ese juicio, Garzón deberá comparecer ante el Tribunal por presunto abuso de poder en un caso de corrupción, en el que ordenó la escucha telefónica clientes y abogados cuando los primeros se encontraban en la cárcel. Tiene también pendiente una tercera causa por el cobro de dietas durante un giro de conferencia que dio en Nueva York cuando se tomó un sabático de la judicatura. Eso dicen los medios españoles.
Eso dicen, se verá en Enero como desencadenan estos juicios al Juez. Lo que si sabemos desde ya, es que Garzón abrió ciertas heridas que estaban podridas, llenas de pus y eso no se lo perdonan aquellos que bajo esas llagas esconden la verdad y la mantienen prisionera. Después de casi 70 años de aquellos hechos, aún la oscuridad ejerce su presión y decide los destinos no sólo de los vivos, sino de los muertos, todavía.
Hay claras decisiones políticas de ocultar la verdad de los asesinados sin juicio, de los fusilados por pensar diferente, de los poetas, enterrados quien sabe dónde, en fosas comunes. Saber esto, es volvernos un poco más libres, es hacer justicia. Es ponerle nombre tanto a las tumbas como a los homicidas que las cavaron y las llenaron de hombres y mujeres que se resistían al régimen.
El juicio que viene, no es  el que debería ocurrir, se pone en el banquillo a quien busca la verdad, esa la insoslayable, en vez de sentar allí a quienes ejercieron el terrorismo de estado. España, ojala pronto quites la bota que contiene el torrente de verdades que necesitamos conocer, porque las ideas por la que aquellos muertos lucharon y dieron su vida siguen clamando por la verdad.
María José Sánchez
majosanchez@gmail.com

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