Hoy se nos fue otro de esos que no
se tendrían que ir nunca, aunque, probablemente, sea uno de esos que,
justamente, nunca se van. Hoy dejó de latir el corazón de un artista, y eso ya
hace que el mundo entero suspire de pena. Hoy murió Carlos Loiseau, hoy se nos murió Caloi.
El
papá de Clemente, uno de sus personajes más conocidos, nos dejó hoy en la
ciudad de Buenos Aires, a los –apenas- 63 años. El fue historietista, dibujante, humorista gráfico. A causa de una
grave enfermedad, falleció en el Instituto del Diagnóstico, donde
permanecía internado y sus restos serán velados desde la noche del martes en la Cámara de Diputados de la Nación.
También
fue creador y conductor del programa de televisión "Caloi en su
tinta", que era una emisión artística dedicada a la divulgación de
cortometrajes de animación e historietas.
Caloi
nació en la provincia argentina de Salta en el año de 1948 y desde los 19 años
comenzó a publicar sus dibujos. Durante su vida fue reconocido en muchos sitios
del mundo, y recibió innumerables premios por sus creaciones y por el
programa televisivo que condujo.
Caloi
fue todo esto, pero sobre todo fue un tipo que podía sacarte una sonrisa. Al
igual que Fontanarrosa, otro que nos dejó un vacío con su pronta partida hace
unos años, Caloi creaba sin perder de vista un horizonte de compromiso social. Tanto
que en sus publicaciones se relataban desde los problemas existenciales más
profundos del hombre hasta el hambre, las diferencias de clases, el abandono,
la falta de educación, los problemas relacionados con la niñez y tanto más.
Su
personaje más conocido, Clemente, es un legado que atesoraremos entre las
piezas más entrañables del arte popular argentino, como Mafalda, Inodoro
Pereyra, el Eternauta, entre otros. Este personaje narigón, amarillo y sin
brazos, es un crítico de la realidad y un futbolero fanático.
Clemente
fue muy ‘votado’ en las elecciones legislativas de Octubre de 2001, en plena
crisis socio-económica, pues miles de personas lo recortaron de alguna revista
o diario y lo colocaron dentro de los sobres que iban a las urnas. “Lo votamos
a Clemente porque no tiene manos, así que no va a robar”, decían.
En
el Mundial del ’78, el dibujo fue parte de la polémica sobre arrojar o no
papelitos en el estadio. En ese momento se decía que tanto papel hacía que los
jugadores se equivocaran. De allí salió una de sus frases más famosas: “Tiren
papelitos, muchachos”.
En
1998 Caloi contó este peculiar momento de su personaje, clemente: "Claro,
era un momento muy difícil en la
Argentina, en plena dictadura sangrienta. Hoy todo eso parece
pueril, porque los periodistas o los pibes en la televisión le dicen cualquier
cosa al presidente o a los funcionarios; uno antes por la vigésima parte de eso
aparecía en una zanja. En aquellos años, la culminación fue ocuparme del
relator José María Muñoz, que se oponía a que los hinchas entraran a la cancha
con papeles, y algunas tiras con respecto a (Bernardo) Neustadt, cosas por las
que me tuve que ir de mi casa o recibir amenazas telefónicas", contó.
Entonces,
perdimos una pluma virtuosa, un artista comprometido, un tipo que hacía reír,
empresa dificultosa sin importar la época.
Hoy,
acá, en la ciudad de Mar del Plata, cuando escribo estas simples líneas con su
recuerdo presente aquí mismo, junto a mi notebook, llueve. Desde hoy que está
feo, hace horas que no para de caer agua. No ayuda, la verdad. Pero busco en
Internet algunas de sus viñetas, leo alguno de los diálogos de Clemente y una
sonrisa, inevitable, se me dibuja en la cara. Y aunque ya es la noche de un día
gris, pienso: Caloi, lo hiciste otra vez.
María José Sánchez
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