El modismo "pájaro de mal agüero" es una expresión que se refiere a aquellas personas que son anunciadoras de noticias que, en general, no presagian nada bueno. Su origen se remonta a los augures de la antigua Roma: los augures, sacerdotes encargados de averiguar el parecer de los dioses sobre las actividades importantes de los hombres. Su importancia fue tal que los augures llegaron a convertirse en verdaderos árbitros y manipuladores de la política romana. La adivinación de estos augures se basaba principalmente en la observación del vuelo de las aves, y en especial en el de los cuervos y los buitres.
Por analogía, ese concepto ha pasado a nuestro lenguaje coloquial para designar a personas que creemos que influyen negativamente en el devenir de los acontecimientos.
Como en un tren fantasma, en la política argentina, cada tanto aparece –o reaparece- algún figurón de otros tiempos, algún señuelo del pasado inmediato, que se hace presente, siempre, para vaticinar desgracias peores de las que se vivieron mientras ellos mandaban y generaban las desgracias en tiempo real. En estas horas, El ex ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo, volvió a hacerse visible en la prensa con algunas declaraciones que pretenden ser consejos de buen padre, pero que resultan ser, en verdad, pronósticos de adversidades inmediatas, como si él fuera una de esas aves que auguran males.
Como una veterana cocinera algo fuera de práctica, Cavallo nos trae sus viejas recetas, ahora en desuso, señalando que el gobierno debe hacer "ajustes graduales" para evitar que crezca aún más el aumento de precios. Avanzando unas páginas más en su Manual del Buen Amigo del FMI, nos advierte que la Argentina no es ni será ejemplo para la salida de la crisis europea: "La gente seria no le presta atención a esas jactancias”, dice, él, serio y nada jactancioso.
Nos habla desde ese pedestal en que alguna vez lo entronaron los presidentes para los cuales fue ministro de Economía: Carlos Menem y Fernando De La Rúa. Domingo Cavallo, nos habla como nos hablaban en los ’90, como si fuéramos todos chiquillos ignorantes, como si fuéramos actores de reparto en nuestra propia vida, como si no fuéramos capaces de crecer como pueblo, de progresar. Nos habla desde Washington, como si desde allí debieran surgir las soluciones para nuestros problemas, como si alguna vez, el ajuste que el propone como remedio infalible nos hubiera resuelto algún problema.
Los buitres vuelven, cada tanto. Vuelven para hacer sus negocios, porque si cuando tenían el poder nos llevaron a sabiendas, con conciencia plena a la debacle social y financiera, ¿qué vienen a intentar decirnos ahora? ¿Qué aquello que hicieron debe repetirse? Debemos saber interpretar sus señales, no por darle valor a aquella superstición romana, sino para entender que es lo que en verdad buscan.
Debería quedarse en Washington el Señor Ex Ministro, haciendo lo que haga allá en el norte, hablando su poco fluido inglés, porque acá, es español, le entendemos perfectamente lo que dice, y lo que quiere decir, mejor aún.
María José Sánchez
Mar del Plata
majosanchez@gmail.com
2 comentarios:
Yo creo que este muchacho es pájaro de mal agüero y "piedra". Desde que está allá tuvieron varios inconvenientes.
Excelente nota (un poco formal para mi gusto)
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