“Quiero compartir algo contigo Bart:
Tres pequeñas frases que te
ayudarán a lo largo de tu vida:
1- ¡Cúbreme!, 2- ¡Buena idea Jefe!,
3- Estaba así cuando llegué.”
(Homero Simpson)
Estudios recientes confirman las sospechas: la absorción de calcetines de manera descontrolada, resulta nocivo para la memoria. Quedó científicamente demostrado, ya no puede haber dudas al respecto. Lo que en estos momento asusta más a los médicos, es que el perjuicio que causa en los recuerdos, puede ser potenciado si el sujeto en cuestión incursiona en la política.
En estas horas hemos podido leer declaraciones que, lamentable, ratifican estos temores. Un concejal del oficialismo local, ha hecho declaraciones atípicas y llamativas, que evidenciarían los peores pronósticos para su salud. Acusaciones a otro concejal -socialista, opositor- cuando éste manifestó su preocupación por la seguridad de los choferes de colectivos, en el supuesto caso de que se coloque el sistema de cobro del boleto mediante las famosas monederas, confunde a la opinión pública. Lo bueno es que ante esta enfermedad, hemos descubierto un antídoto: mantenerse firme y no abandonar las ideas originales, esas que hacen que ciertos concejales de la oposición -socialistas- nunca hayan votado un aumento del boleto y hayan propuesto -sin éxito- otro sistema de transporte posible, integrado, económico y más seguro. El efecto olvido oficia de culpable: cuando los choferes manejaban dinero a bordo, sufrieron infinidad de robos (al igual que los pasajeros) y torturas físicas por unos pocos pesos.
Los actores políticos marplatenses que no utilizamos la genuflexión como práctica militante, estamos a salvo de éste nuevo flagelo. Es por ello que recordamos el asesinato de Angel Pedro Martínez, viudo, de apenas 34 años, con hijos, en Noviembre del 2005, por un ingrato botín de apenas $17. No es demagogia, es simple memoria.
Ahora bien, si los que creemos en la política como medio de transformación de la realidad, los que trabajamos todos los días para mejorarle la calidad de vida a los vecinos, no alzamos nuestra voz cuando vemos como se pretende instalar un sistema de cobro del boleto ya obsoleto, perimido y descartado por muchas ciudades importantes del país, tanto por los riesgos obvios de transportar dinero a bordo, como por el hecho fáctico de que no hay monedas, de que ese esquema favorece el no-control, de que es un evidente retroceso y por sobre todas las cosas, que pone en peligro nada más y nada menos que la vida de los trabajadores, entonces, o hemos equivocado nuestro camino, o tenemos una sobredosis de medias del Jefe atoradas en la garganta.
María José Sánchez
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