sábado, febrero 16, 2013

Prueba de Vida



             Luego 68 días de especulaciones, exageraciones, mentiras y buenos y malos deseos, aparecieron, finalmente, imágenes del Presidente Hugo Chávez, quien desde La Habana se recupera de una severa intervención quirúrgica.
            Lo daban por agonizante unos, lo salían a dar por convaleciente otros. Lo dieron por muerto, lo dieron por vivo. Hasta el famoso diario español El País llegó al extremo de publicar imágenes falsas de un supuesto Chávez (quien no era tal) entubado y aparentemente a punto de dejar este mundo. Algunos medios le pusieron tanto empeño en (des)informar sobre el estado final del mandatario venezolano que podíamos distinguir cierto deseo de que fuera cierto por la forma en que transmitían las supuestas noticias.
            Ayer, circularon las primeras imágenes de Chávez desde que fue intervenido en el hospital cubano a mediados de diciembre. Pero no fueron tapa del diario El País. Parece que la recuperación no vende para ciertos medios. Como se sabe, las fotos de Chávez, las verdaderas y únicas, las que vimos ayer, lo muestran consciente y activo, aunque acostado y con un rostro desmejorado por la larga internación. Pero eso quiere decir una sola cosa, esa que negaron infinidad de veces: sigue siendo él quien manda en Venezuela.
            Podremos discutir si se tardaron mucho y demostrar en qué estado se encuentra el mandatario realmente. Podemos intercambiar ideas sobre el modo y la forma en que el gobierno venezolano ha llevado adelante el tema de la enfermedad presidencial y su comunicación al respecto. Pues debemos asumir que tal vez no haya sido la mejor. Aunque la mayoría de los venezolanos confía en lo que se ha dicho al respecto, quizá no se ha dicho lo suficiente.
            Leímos, incluso aquí en Argentina, incontables artículos que hablaban de que era imposible que el Jefe venezolano esté al tanto de la cotidianeidad de su país, y que se pronuncie al respecto y ordene medidas a su Vice, Nicolás Maduro. Ahora vemos que, si bien a la distancia desde Cuba, y sometido todavía a un duro proceso de recuperación, Hugo Chávez está en funciones. Y eso de seguro es bueno para los millones de venezolanos que lo votaron una vez más para que siga dirigiendo los destinos de su país. Es bueno para la unidad latinoamericana que lidera junto a otros líderes de la región, Como Mujica, Evo Moralez, Cristina Kirchner, Correa, Lula y Dilma. Porque todos ellos ganaron sus elecciones con amplísimos márgenes, inclusive este domingo de seguro Rafael Correa seguirá el camino de sus colegas sudamericanos en obtener un triunfo holgado.
            Son apenas unas fotos, pero prueban que la vida todavía va ganando la batalla en esa habitación cubana. Aunque Chávez se encuentra débil físicamente, con una insuficiencia respiratoria que no le permite expresarse aun mediante la palabra, como afirma el ministro de Ciencia venezolano Jorge Arreaza: “Chávez tiene dificultades para hablar, pero escribe sus decisiones y se da a entender. Lo que no tenemos es la voz que lo caracteriza, pero se está recuperando para eso”. Y demuestran que la especulación en el periodismo es casi tan peligrosa como dar noticias que no existen.

 María José Sánchez

sábado, febrero 02, 2013

La política farandulera ó la farándula politiquera


      
            La farándula y la política. O la política farandulera, o la farándula politiquera. Como más les guste. De eso se habla cuando se nombra a Miguel del Sel, Rocío Marengo, Leandro Ginóbili, Héctor Baldassi o Walter Queijeiro. Y es un error creer que si un partido político con representación en legislaturas, concejos deliberantes, y ambas cámaras, convoca a ‘famosos’ para ocupar cargos en futuras elecciones lo hace porque no tiene un proyecto político. Gran error. Porque es ese, justamente, el proyecto político.
            Y como son actores, modelos, gente ligada al deporte o periodistas, parece que pueden decir cualquier cosa excusados en su profesión, digamos, original. Un supuesto chiste que no hace reír ni al más alegre de la concurrencia, insulta mujer y envestidura, y debemos dejarlo pasar porque hay una mínima disculpa.
            O cuando se dice, en referencia a gente de clase social baja, pobres, en fin: “O los matas de chiquitos, o los discriminas de grandes”, cuesta creer que alguien, públicamente, se exprese de esa manera. Y que después salga, sin vergüenza, desembozada, a llamar a que militen su causa.
            No se trata de agrupar frivolidades, sino de buscar traducir en votos el conocimiento que de esos famosos tengan los votantes. No es hacer política, sino todo lo contrario, es deshacerla. Pero, insisto, no es que eso no sea un proyecto en sí. Si los políticos tienen que citar opiniones de actores o deportistas sobre los temas de la sociedad, y, además, afirmar sentirse representados por ellos, no es ausencia de elementos constitutivos de un plan o propósito político, sino desarmar y desmantelar la política como herramienta de transformación y volverla espejitos de colores, mutarla en una carrera de vanidosos inexpertos que creen que es un chiste ofender la investidura presidencial o que es chic burlarse de la pobreza. Como vemos, ninguno de los convocados es un adalid de los desamparados.
            Todos los ciudadanos comprometidos con su pueblo, que deseen mejorar la calidad de vida de las personas pueden y deben participar en la vida política cotidiana, sin importar de donde provengan o que ideas profesen. Pero no quiere decir bajo ningún punto de vista que banalizar y farandulizar algo tan serio como elegir a quienes deben tomar las decisiones y llevar adelante las acciones para el presente y futuro de un país sea una opción superadora. De hecho puede que ese intento fracase, porque célebre no significa, necesariamente, popular. Y no es problema de los famosos que aspiran a cargos electivos, sino de los políticos que, como el flautista de Hamelín, creen que pueden obnubilarnos a su gusto como a ratas torpes y llevarnos a donde quieren, que, como en el cuento, puede resultar ser un abismo.

María José Sánchez