jueves, diciembre 27, 2012

Cacerolazo a la historia


“Vuestra alegría es vuestra tristeza sin máscara”
(Khalil Gibran)

Cosa esquiva, la alegría. Difícil de encontrar, resulta aún más difícil hacerla perdurar. Las causas de la alegría son variadas. Aunque hay motivos comunes a las mayorías, abundan otras instancias, en las que la alegría se manifiesta para determinadas personas, y crece y estalla hasta convertirse en felicidad.
Son innumerables los tipos de alegrías que existen, así como los motivos que pueden generarla, o sesgarla. Para muchos, para muchas, hace once años, hubo un motivo común. Hubo una circunstancia que tardó en llegar algo así como tres décadas y un lustro. Pero cuando llegó, inundó de júbilo a muchos.
Era el año del dolor, era el mes del sufrimiento y la necesidad. El país todavía sangraba, por esos días. Era el 27 de Diciembre de 2001 y Racing Club de Avellaneda se jugaba la posibilidad de salir campeón, después de 35 años.
Lo escuchamos por radio, como miles. Con mamá, quien me hizo de Racing desde antes de la época que logro recordar. Yo nunca lo había visto salir campeón, nunca había vivido un triunfo semejante. Ella si, pero no volvería a vivirlo: la alegría, que parecía prohibida por esos días negros, no duró tanto. Aunque compensó durante un tiempito la desesperanza, no alcanzó para retenerla más de un par de meses en este mundo de locos.
Pero mientras duró… mientras gritábamos el gol de Loeschbor… mientras Víctor Hugo hablaba de un cacerolazo a la historia y repetía un “Racing Campeón, Racing campeón” eterno… mientras festejábamos en el monumento a San Martín… fue hermoso. Fue feliz.
Mientras recorrimos esa veintena de cuadras hasta el centro, los bocinazos fueron la música perfecta para acompañar a los que caminábamos agitando nuestras banderas. Nos saludábamos como viejos amigos con gente que nunca habíamos visto. Ni ella ni yo sabíamos que sería su última alegría, o tal vez si, porque la festejamos como si no hubiera otra. Es que la vida nos enseñó a los golpes lo efímero de los momentos felices, y aprendimos a vivirlos en el minuto que transcurren. Así, sin preámbulos, más por miedo a que terminen de golpe que por otra cosa.
Ese recuerdo, se lo debo a Racing, uno de los mejores de mi vida. Aunque aún no han venido otros campeonatos, que seguro llegarán, hoy, a once años, puedo hacer memoria y festejar esas sonrisas, esas lágrimas, de ella, mías.
Todo fue alegría ese día, sin importar que el mundo se cayera a nuestro alrededor, al menos no ese día. En el este. En el oeste. En el norte. En el sur. El cielo era nuestro. El cielo era Racing Club.

María José Sánchez
Mar del Plata

martes, diciembre 11, 2012

Un claro día de injusticia


            En realidad queremos que no la secuestren, que no la alejen de su mamá, su papá y su hijita de apenas tres años. Queremos que no la priven de su libertad y la cambien por dos mil pesos en droga. La verdad es que queremos que no la violen, no la vejen y no trafiquen con ella. Lo que queremos es que su papá no se haya muerto de pena, extrañándola. Queremos que no la prostituyan, que no la torturen. Eso queremos. Pero como nada de eso podíamos lograr, pedimos justicia y nos dieron una trompada en el estómago. Queríamos justicia, y la ‘justicia’ nos escupió en la cara.
            La noche del martes, en Tucumán, provincia Argentina, el tribunal que integran los jueces Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano, absolvió a los trece acusados por el secuestro y desaparición de la joven Marita Verón, víctima de una red de trata de personas.
            Desde el 3 de abril del 2002, su mamá, Susana Trimarco, la busca, la reclama, la rastrea, la sufre, la lucha. Su hija, de tres años entonces y de trece ahora, la necesita, como cualquier hija.
            Hoy, los jueces volvieron a violar, abusar, secuestrar, vejar y desaparecer a Marita Verón. Esperábamos un fallo ejemplar condenatorio, para cuidar a las víctimas que Susana Trimarco fue rescatando en su lucha, para apoyar esa lucha, para que haya más denuncias sin tanto miedo, para que los que explotan mujeres y las desaparecen sepan que no es gratis, que deben pagar y bien caro lo que hacen. No tuvimos nada de eso. De hecho, nos dieron todo lo contrario: pusieron sobre el tapete las complicidades, la corrupción y el grado de participación de los poderes políticos y judiciales en este aberrante delito.
            Marita Verón nos falta a todos y todas. Porque el caso de Marita es un ejemplo de las miles de jóvenes y niñas que son secuestradas a diario por las redes de trata de personas y sometidas a la explotación sexual. No fallaron contra su madre y su hija, fallaron en contra de toda la sociedad Argentina.
            El coraje, el valor y la voluntad de Susana Trimarco son inmensos, son ejemplo. Son orgullo. La justicia dio vergüenza ante semejante madre. La bronca que sentimos, sumada a la inmensa tristeza tiene nombre y se llama indignación, transformemos este sentimiento en apoyo y fuerza para esta luchadora incansable.

María José Sánchez
majosanchez@gmail.com

Ni un paso atrás



“El amor el los tiempos del cólera, mi hermano”
(Latinoamérica, Calle 13)


            Gente. Gente de todas partes, de diversos colores políticos. Militantes. No militantes. Gente que llegó en micros, de a cientos, gente que llegó a pie, individuos, grupos. Gente de Buenos Aires y de todas partes del país, pero todos jugando de local en Plaza de Mayo. Esa era la postal de ese punto de la ciudad tan caro a la memoria y el cariño argentino: la Plaza de las Madres y Las Abuelas, ahí, frente a la Casa De Gobierno.
            El denominador común: la alegría. Viejos, niños, jóvenes, muchos jóvenes. Todos implícitamente ajustados a la coordenada de la fiesta de la democracia y los derechos humanos, todas y todos dispuestos a pasarla bien, divertirse, cómodo uno junto al otro, aunque sea desconocido, aunque hiciera mucho calor, aunque el espacio cada vez se acotaba más con la llegada de los cientos de miles de manifestantes. Es que se estaba festejando, justamente eso, 29 años de vida democrática, ininterrumpida. Cosa que en otros países puede parecer muy poco tiempo, y tal vez lo sea, cuando la costumbre de elegir representantes no ha sido suspendida abruptamente: prohibida. También se estaba de fiesta por las conquistas en materia de derechos humanos, por los juicios por la Verdad y la Memoria, por los nietos recuperados y por las ganas intactas de seguir buscando a los que faltan. Por la ley de Matrimonio Igualitario, la Ley de identidad de Género, la Asignación Universal que ayuda a miles de chicos.
            Y saber todo lo que falta, saber que lejos está aun la Justicia Social, pero tener también la plena certeza de estar caminando con paso firme, sin vacilaciones, el camino que nos llevará a ella.
            Y en ese camino no daremos ni un paso atrás, porque las conquistas del pueblo las debe defender el pueblo. Ni un paso atrás, porque una sociedad que ha tenido torturados, desaparecidos, secuestrados y apropiados, necesita memoria, sino repetirá el desastre, sino no es nada. Ni un paso atrás, porque odiar es humano, pero amar también, y nada importante y sano puede hacerse sin amor. Ni un paso atrás, porque festejamos la vida, los derechos propios y ajenos, la democracia que es justamente poder decidir por nosotros, porque los pueblos sin alegría han perdido las batallas de antemano. Ni un paso atrás, ni para tomar carrera.

viernes, diciembre 07, 2012

El largo brazo del Grupo Clarín


"Este concierto se lo dedico a la señora Justicia
en honor a las vacaciones que parece
se está tomando… y en reconocimiento
al impostor que ha ocupado su lugar."

(V de Vendetta)

            Hace mucho que sabemos como son las cosas, todos estamos enterados, la mayoría, incluso, ha tomados partidos por uno u otro lado. Nadie puede decir que no entienda, que no sepa, que no se enteró. Sí pueden decir, y lo hacen, que no les importa. Eso no es nuevo tampoco, aunque cada vez son menos los que eligen no elegir, los que tratan de no involucrarse en la realidad que los rodea, los atraviesa, y a veces hasta los aplasta.
            Sabíamos que el Grupo Clarín, con su largo brazo de influencias iba a tratar de abrazar a todo aquel que pudiera mantenerle la cabeza fuera del agua, iba a cobrar muchos favores, iba a apretar todas las clavijas que hiciera falta y afinar todas las cuerdas necesarias de los instrumentos que le permitiera tocar la infame melodía de la injusticia, esa que ellos llaman justicia, la que han llevado en el bolsillo por décadas, la que sacan como un peine cada vez que el viento de la democracia los despeina un poco.
            En las últimas semanas habíamos visto dar manotazos de ahogados a su CEO, Héctor Magnetto, desacostumbrado siquiera a pensar que las cosas pueden no salir como él espera. En su arrebato por la hora que se acerca, denunció periodistas para que vayan presos por escribir en diferencia a sus mandatos, denunció funcionarios, lanzó a sus empleados en una cruzada aun más salvaje de desprestigio al Gobierno que la que ya venían llevando, y en una desesperada escalada de mentiras que los llevó a publicar tapas de revistas que se podían desmentir a las horas de haber sido impresas. Pataleó y gritó contra lo inevitable, como el niño que le grita a las olas del mar, esperando así frenarlas para que no rompan, inexorables, en la orilla.
            Pero este jueves tuvo una alegría, en contra de lo fallado por la Corte Suprema de Justicia Argentina, la  Cámara Civil y Comercial extendió la medida cautelar presentada por el Grupo Clarín para evitar adecuarse a ley de medios, hasta que el juez de primera instancia Horacio Alfonso resuelva la cuestión de fondo, desconociendo así el criterio de “razonabilidad” planteado por la Corte Suprema, que fijó el 7 de diciembre para su finalización. El largo brazo de Clarín, abrazando con fuerza.
            Y en torno al fallo de la Corte se había cifrado la esperanza de la justicia, de que la democracia de todos pudiera más que la infamia de unos pocos. En torno a esta fecha del 7 de diciembre se había conjugado la expectativa de que una ley aprobada por amplísima mayoría hace tres años, finalmente, pudiera ser aplicada. Porque el que piense que sólo se trata de una Ley de Medios Audiovisuales está viendo el árbol, perdiéndose el inmenso bosque. Esto es un paso fundamental, no sólo para que más voces puedan ser oídas, para que la información sea más plural y llegue a todas partes, para que no sólo un grupo concentrado de medios, un grupo hegemónico, decida por la mayoría de nosotros qué debemos saber, cómo y de parte de quién. No es sólo para eso.
            La Ley es para repartir el poder que existe desde hace mucho tiempo en manos de unos pocos que creen que pueden manejar el país a su gusto y adecuar la justicia a sus necesidades. Grupos económicos que controlan la información, y que creen que el cargo de Presidente de la Nación, es “un puesto menor”, porque estaban malacostumbrados a sentar hombres en el Sillón de Rivadavia y hacerlos levantar cuando ya no les sirvieran. Y ahora no se puede hacer eso más, ahora la Ley está para cumplirla, entonces apelan a lo que mejor saben hacer: desparramar odio, mentir y manipular. Y seguir haciendo sus negocios, claro.
            Esta fecha, el 6 de diciembre, quedará para siempre marcada en la memoria como el día en que la justicia falló contra la ley. Y cuando se falla a conciencia a favor de los más poderosos, se falla contra el pueblo.
            Pero se sabía, como decíamos al principio. Sabíamos que iban a hacer todo lo posible para evitar cumplir con esta ley de la democracia. Con la otra, la de la Dictadura, estaban cómodos, cobijados y calentitos amparados bajo el techo que les habían levantado sobre sus cabezas gachas los represores. Y es que eso representan, los que no se han adecuado a la ley en sus plazos y formas, los que creen que pueden todo, siempre, como el Grupo Clarín, encarnan y simbolizan el país al que yo, personalmente, no quiero volver.
            Pero no importa, los tropezones no son caídas, y si lo son, y nos damos fuerte la cara contra el suelo, nos levantaremos con la ayuda del suelo, porque las luchas sólo se pierden si se abandonan, porque las patadas en el traste también empujan para adelante.

María José Sánchez
majosanchez@gmail.com